Para cada población que atendemos con nuestros trabajos, hemos desarrollado un manual que define todo lo que hacemos, como lo hacemos y como medimos el progreso en el desarrollo de las Habilidades para la Vida, que haya hecho el niño, la niña o el adolescente durante su tiempo con nosotros.
La pedagogía fue desarrollada con el apoyo de la Universidad Javeriana en Bogotá, conjuntamente con sociólogos, psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales, religiosas y administradores de empresas.
Buscamos acompañar a las personas comenzando a temprana edad para que puedan desarrollarse y tener vidas dignas. Lo hacemos con amor y en libertad.
No castigamos a ningún niño o niña o adolecente (NNA) ni los forzamos a hacer lo que no quieren, simplemente les hacemos una reflexión de lo que ocurrió, enseñado que tienen libertad de seleccionar pero que hay consecuencia. Las normas de convivencia rigen para el bien de todos.
El propósito de estas CARTAS DE NAVEGACIÓN es que todas aquellas personas que se acerquen a nuestra fundación para conocerla y apoyarnos desde sus posibilidades, tengan una guía clara de la labor que realizamos con cada población. Por eso en nuestras CARTAS DE NAVEGACIÓN se explica el proceso de formación que se lleva a cabo con cada una de nuestras poblaciones (Exploradores, Navegantes, Conquistadores), de manera que quien realice las actividades de formación, tenga mayor claridad sobre lo que esperamos se realice con los niños, niñas y jóvenes.
Las CARTAS DE NAVEGACIÓN están compuestas por 3 partes: La primera parte explica qué es la Fundación Ahimsa, la segunda parte explica el origen y propósito de las CARTAS DE NAVEGACIÓN, y en la tercera parte se encuentra lo específico de cada población. Con nuestras CARTAS DE NAVEGACIÓN queremos mostrar a todas aquellas personas que deseen navegar por este mar llamado Fundación Ahimsa, la ruta y el horizonte hacia el cual pretendemos llegar con nuestra población, de manera que al leerlas e interiorizarlas cada colaborador realice su labor con una intención clara: el bienestar de nuestros niños, niñas y jóvenes.
Para poder evaluar la eficacia de lo que hacemos en Fundación Ahimsa en una manera objetiva, se incorporaron las habilidades con lo que veníamos haciendocon los varios talleres y actividades. Adicionalmente, como parte critica implementamos una metodología para poder medir en manera objetiva el progreso de cada miembro de la población.
Venimos utilizando un sistema de economía de fichas que median en manera subjetiva cinco comportamientos por parte de los partícipes en Fundación Ahimsa. A través de esto, escogíamos la Estrella Brillante (la persona que demostró mejor comportamiento, participación, calidad de trabajo, concientización y Ahimsa) del mes por población. Sin embargo, la evaluación no era objetiva y por eso usando un sistema similar, con el nombre de “Bitácora” (por toda la pedagogía de encontrar el tesoro) midiendo el progreso en las diez Habilidades para la Vida.
Este manual se ha creado tomando como herramienta cuatro pilares de la educación propuestos por la UNESCO, los cuales serán tenidos en cuenta en la implementación y desarrollo de los procesos de formación, ya que lo más importante en nuestro hacer, es encaminar a los niños, niñas y jóvenes hacia una formación integral y la construcción de proyectos de vida.
El siglo XXI ofrece recursos sin precedentes tanto a la circulación y al almacenamiento de información, como a la comunicación. Esto le plantea a la educación una doble exigencia que, a primera vista, puede parecer casi contradictoria: la educación deberá transmitir, masiva y eficazmente, un volumen cada vez mayor de conocimientos teóricos y técnicos evolutivos, adaptados a la civilización cognoscitiva, porque son las bases de las competencias del futuro. Simultáneamente, deberá hallar y definir orientaciones que le permitan no dejarse sumergir por las corrientes de informaciones más o menos efímeras que invaden los espacios públicos y privados y conservar el rumbo en proyectos de desarrollo individuales y colectivos.
En cierto sentido, la educación se ve obligada a proporcionar las cartas náuticas de un mundo complejo y en perpetua agitación y, al mismo tiempo, la brújula para poder navegar por él.
Con esas perspectivas se ha vuelto inadecuado, responder de manera puramente cuantitativa a la insaciable demanda de educación, que entraña un bagaje escolar cada vez más voluminoso. Es que ya no basta con que cada persona acumule al comienzo de su vida una reserva de conocimientos a la que podrá recurrir después sin límites. Actualmente, lo más importante, es que la persona esté en condiciones de aprovechar y utilizar durante toda la vida, cada oportunidad que se le presente para actualizar, profundizar y enriquecer ese primer saber y de esa manera adaptarse a un mundo que se encuentra en permanente cambio.
Una nueva concepción de la educación debe llevar a cada persona a descubrir, despertar e incrementar sus posibilidades creativas, actualizando así el tesoro escondido que cada uno lleva dentro de sí, lo cual supone trascender una visión puramente instrumental de la educación, percibida como la vía obligada para obtener determinados resultados (experiencia práctica, adquisición de capacidades diversas, fines de carácter económico), y así considerar su función en toda su plenitud, a saber la realización de la persona que, toda ella, aprende a ser.
Para cumplir el conjunto de las misiones que le son propias, la educación debe estructurarse en torno a cuatro aprendizajes fundamentales que en el transcurso de la vida serán para cada persona, en cierto sentido, los pilares del conocimiento:
Esto supone, en primer término, aprender a aprender, ejercitando la atención, la memoria y el pensamiento. Desde la infancia, sobre todo en las sociedades dominadas por la imagen televisiva, se hace necesario que el individuo aprenda a concentrar su atención en las cosas y las personas. (...) Este aprendizaje de la atención puede adoptar formas diversas y sacar provecho de múltiples ocasiones de la vida (juegos, visitas a empresas, viajes, trabajos prácticos, asignaturas científicas, etcétera).
Esto con el fin de adquirir una competencia que capacite al individuo para hacer frente a un gran número de situaciones y a trabajar en equipo. Aquí también se incluye el aprender a hacer en el marco de las distintas experiencias sociales o de trabajo que se ofrecen a los individuos ya sea por causa del contexto social o nacional.
Esto implica desarrollar en el individuo la comprensión del otro y la percepción de las formas de interdependencia, a través de la realización de proyectos comunes y la solución de conflictos, respetando los valores de pluralismo, comprensión mutua y paz.
Aprender a ser implica, que florezca mejor la propia personalidad de manera que se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal. Para esto es necesario no menospreciar en la formación las posibilidades que tiene cada individuo: memoria, razonamiento, sentido estético, capacidades físicas, aptitud para comunicar.
El formador es un elemento clave en la construcción de una sociedad desarrollada, no sólo en el sentido económico sino sobre todo en valores de justicia y libertad. Para lograr lo anterior el formador debe ir siempre adelante mostrando y abriendo caminos.
En la Fundación Ahimsa queremos formar a nuestros niños, niñas y jóvenes de manera que sean ellos quienes construyan esa sociedad más justa, respetuosa y libre, que todos soñamos, a través de la libertad, la autonomía, y la comunicación. Por lo tanto, todo formador tiene que ser una mujer o un hombre siempre atento(a) al devenir de la sociedad, en formación permanente y abierta a la escucha activa de los niños, niñas y jóvenes, para dejarse enseñar y cuestionar por ellos.
Con el propósito de anticipar esa sociedad soñada, los formadores debemos ser capaces de transmitir una alegría y un sentido de vida, que broten de lo más profundo de nosotros mismos, porque para esto es que hemos llegado a esta profesión, donde lo propuesto se logra a partir de una sincera vocación.
Ser formador por vocación implica sentirse llamado a la noble misión de acompañar a los niños, niñas y jóvenes en el desarrollo de las habilidades que les permitan desenvolverse en el mundo actual y guiarlos en la aplicación de esos talentos y valores que existen en ellos.
Siguiendo la simbología que utilizamos en la Fundación hemos decidido denominar a los formadores como FARO.
Formador
Acompañante
Recipiente, reflexivo y
Orientador
Un faro ilumina desde un lugar bien visible de la costa, desde allí ofrece referencia a los navegantes, quienes, cuando llegan en la noche, sabrán valorar su existencia y evitarán los peligros de la costa que se oculta en la oscuridad. En la Fundación Ahimsa, queremos que los formadores sean el FARO que guía a nuestros niños, niñas y jóvenes en sus procesos de desarrollo de habilidades para su vida.
Como FARO guiaremos gracias a esa luz interna y deseo de educar, de manera regular y rítmica, señalando un lugar, un punto de referencia para que los barcos (nuestra población) usen sus velas y motores y tomen el rumbo más prudente y certero para alcanzar su destino. El faro es lo que es, e ilumina desde allí, sin hacer otra cosa que lo que le corresponde. Sin embargo genera un vínculo con el navío (niño, niña y joven) que se gesta desde la confianza y el amor y no desde un "hacer" técnico que por sí solo es insuficiente para garantizar buenos resultados.
El FARO no tiene que salir al mar para salvar del naufragio a los navíos, sino que genera el suficiente respeto y confianza, como para que el navegante le preste atención, le crea, y desde ese creer actúe en consecuencia, usando sus propios medios, para tomar el mejor rumbo.
El FARO no suple los recursos que el barco tiene, sino que ofrece un referente para que esos recursos se desplieguen al máximo de sus capacidades.
Esa luz, que como FARO damos a nuestros niños, niñas y jóvenes es, sin duda alguna, el entusiasmo por la vida en general. Por eso es tan importante que los formadores nos encontremos en un proceso constante de autoevaluación en relación a su trabajo y a los demás aspectos de su vida, de manera que con su actitud y amor brinden todo de si a estos niños, niñas y jóvenes que se encuentran deseosos de recibir todo lo que se les pueda brindar.
Como FARO debemos hacer las actividades con integridad, con el coraje de hacer lo que hay que hacer, inclusive si las cosas no salen como se espera y con un entusiasmo vital que haga que los niños, niñas y jóvenes deseen con todas sus fuerzas alcanzar el horizonte que representa el ejemplo de sus educadores.
La fuente de luz del FARO viene del amor, de la convicción de la vocación, de las ganas y el entusiasmo que cada uno tenga.
Todo formador que desee ser FARO necesitará tener en cuenta los siguientes aspectos que guíen su trabajo con los niños, niñas y jóvenes:
Ser FARO nos exige una gran responsabilidad al momento de planear, desarrollar y evaluar las actividades que se quieran realizar. Mas todo esto cobra gran valor al momento de sentir la satisfacción por el trabajo realizado, al ver la sonrisa en la cara de los niños, niñas y jóvenes, y al recibir el amor que ellos nos pueden brindar, esto a final de cuentas, es la gran recompensa que se le da al trabajo realizado.
Son los niños y niñas de 5-9 años. ¿Por qué exploradores? Los exploradores reconocen minuciosamente un lugar, una persona o una cosa para descubrir algo.Para nosotros, porque según su ciclo vital estos niños y niñas se encuentran en un período donde se están conociendo y reconociéndose como seres humanos.
Se trata de acompañarlos en la búsqueda y descubrimiento de su ser como personas, al igual que el descubrimiento de su entorno. Queremos que ellos y ellas aprendan a relacionarse consigo mismos, con los demás y con su ambiente, a partir de su propia exploración.
El símbolo: es un gorro que utilizan los exploradores, con su lámpara, preparados para iniciar una aventura, en búsqueda de un tesoro.
El color: Amarillo, como color primario uno de los que inicia la gran gama de colores y el primero de nuestro símbolo patrio la bandera nacional de Colombia
En esta etapa los niños y niñas recibirán las bases fundamentales para el desarrollo de su formación dentro de la Fundación Ahimsa, conocerá el por qué es importante estar en la institución y los beneficios que ésta le aporta a su crecimiento, además reconocerá que todo aquello que se realiza es por su propio bienestar y beneficio.
El explorador por medio de los talleres que ofrece la Fundación Ahimsa, iniciará una carrera de capacitación para desarrollar las habilidades para la vida propuestas para esta comunidad, orientadas a potencializar su progreso intrapersonal en diferentes campos de forma lúdica.
El explorador por medio de este pilar, estará dando sus primeros pasos a desarrollar el valor de la convivencia. Comprenderá que cuando se hace parte de una comunidad de vida es necesario reconocer a sus compañeros y compañeras como un grupo de seres humanos proyectando un futuro, que reciben y aportan para el crecimiento mutuo.
Después de conocer, hacer y convivir, viene la etapa más importante del crecimiento de los beneficiarios y beneficiarias, el Ser. Ya se reconoce y conoce los procesos que lleva la Fundación Ahimsa en su formación, sabe los conceptos (habilidades para la vida según su ciclo vital), los aplica y los comparte, en esta etapa todo aquello que ha aprendido el explorador lo replicará en aquellos nuevos exploradores que llegan a la Fundación, pues iniciará su proceso de entregar a la nueva generación de exploradores su conocimiento.
Nuestra meta es desarrollar en los exploradores una serie de habilidades para la vida de acuerdo a su ciclo vital, enfocadas a su crecimiento intrapersonal y al conocimiento de sí mismos. Por lo tanto consideramos de suma importancia que el niño y la niña en la etapa de explorador potencie las siguientes habilidades emocionales, cognitivas y sociales
Para tener una clara carta de navegación para las diferentes poblaciones de la Fundación Ahimsa, se hace necesario definir las habilidades para la vida que queremos se fortalezcan en la población.
Esta etapa comprende los niños entre 9 y12 años. ¿Por qué Navegantes? porque el Navegante es el encargado de establecer su ruta, que en este caso, es la más importante, su propia vida. Esto con el propósito de que posteriormente pueda alcanzar de forma segura los logros y metas trazadas para esta etapa.
Luego de que hayan vivido un proceso de exploración, los niños y niñas entran a formar parte de los navegantes, continuando así el proceso de búsqueda que iniciaron en los exploradores. En esta etapa el niño (a) se enfoca en orientar el camino que necesita para su crecimiento personal y comunitario. Queremos potenciar las habilidades emocionales e intrapersonales que adquirió en la etapa de explorador, y reforzar y fundamentar las habilidades sociales a través de procesos de desarrollo cognitivo, comunitario y cultural.
En esta etapa se hará énfasis al descubrimiento de capacidades y destrezas artísticas pues a través, de éstas, reforzamos lo anteriormente mencionado.
El símbolo de esta etapa, es un niño (a) descubriéndose como un navegante, observador y participante de su propia formación, pero continuando la búsqueda de su tesoro. La ruta para la conquista de esos pequeños logros, serán la base para seguir en su proceso de formación.
El color: Azul, que representa la inmensidad y la profundidad del mar, así como todo un mundo de relaciones entre agua, peces y plantas. Además es el segundo color de la bandera de Colombia.
Queremos desarrollar las habilidades sociales del niño (a), a partir del conocimiento intrapersonal ya obtenido, fortaleciendo los procesos de acompañamiento y formación, de manera que se potencialicen sus habilidades emocionales, sociales, cognitivas, culturales y deportivas; dirigidas a favorecer el auto-reconocimiento y la aceptación como persona y sujeto social.
Estas habilidades se desarrollan a través de cada uno de los programas que la Fundación Ahimsa ofrece a los niños y niñas.
Fortalecido lo intrapersonal en la etapa de explorador, el nuevo navegante inicia un proceso que tiene como propósito potencializar sus habilidades sociales (lo interpersonal), sin dejar de lado las otras habilidades para la vida. Por lo tanto, en esta etapa, él y ella tendrán la posibilidad de conocer y comprender aún más su entorno, de reconocerse como integrantes activos de la sociedad y del rol que desempeñan en ésta, de convertirse en una persona que puede aportar desde su punto de vista, ideas, soluciones y estrategias en relación a su entorno social, todo con el firme propósito de que se apropien de su rol como futuros ciudadanos y ciudadanas. Por esta razón la Fundación Ahimsa establece en conocimiento y práctica por medio de sus procesos de formación, la vida en sociedad.
Queremos que él y la navegante conozcan las herramientas necesarias para desarrollarse dentro de su contexto social que viene enmarcado con diferentes problemáticas a las que debe enfrentarse cotidianamente, de manera que las pueda poner en práctica a lo largo de su proceso de formación dentro de su escuela, familia y comunidad. Esto con el propósito de que se convierta en un sujeto ético y ejemplar para la sociedad con miras a cimentar un proyecto de vida objetivo, dándole vida a la frase: “la palabra no vive si no hay acción”.
Queremos que los niños y niñas aprendan a desenvolverse dentro de una sociedad llamada navegantes, de manera que comprendan la necesidad de crecer y vivir en comunidad. Lo que buscamos es fortalecer en ellos y ellas valores como el respeto, la tolerancia y la solidaridad, para poder llegar a vivir la justicia con libertad.
Al final de esta etapa es donde vemos los resultados de nuestros procesos, ya que en la etapa de explorador el niño y la niña aprendieron a descubrirse interpersonalmente y en la etapa de navegante, el niño y la niña se descubren y se relacionan con su entorno, brindando lo mejor de sí mismo (a) revelándose así como ser social.
Se espera entonces que el niño y la niña hayan desarrollado y potencializado las habilidades emocionales y sociales. También se espera que mantengan su deseo y ánimo de continuar con su proceso de formación, donde cada uno de ellos y ellas es participe de su desarrollo desde la autor reflexión y la constante autoevaluación, para poder ser más adelante el líder y guía para futuras generaciones que llegan a la Fundación Ahimsa.
Nuestra meta es fomentar las habilidades emocionales, cognitivas y sociales propias de las edades de los participantes de esta población, de manera que se favorezca el conocimiento interpersonal, la adecuada participación dentro de los núcleos sociales en los que se desenvuelven, la prevención del delito y del consumo de sustancias psicoactivas.
Para tener una clara carta de navegación para las diferentes poblaciones de la Fundación Ahimsa, se hace necesario definir las habilidades para la vida que queremos se fortalezcan en la población.
Son preadolescentes y jóvenes entre los 13 y 20 años aproximadamente, ya que es el rango promedio en el cual él y la joven están terminando sus estudios como bachiller y dando inicio a su camino a la integración con la sociedad como ciudadano que aporta y participa en el proceso democrático. Entran a ser parte de la tercera etapa de formación, que consiste en trazar el gran logro y cumplir el objetivo de la fundación: que cada uno de ellos y ellas se descubra y realice su proyecto de vida.
¿Por qué conquistadores de la libertad? porque es el logro de alguna cosa, mediante gran esfuerzo y habilidad. Después de descubrirse a sí mismo y la comunidad que le rodea, es aquí en esta etapa, donde ellos y ellas empiezan a vivir en libertad sus proyecciones y discernir cual es la mejor opción para alcanzar la meta propuesta en su vida. Queremos cumplir con este proceso de formación, que tenga como base fundamental la libre elección, que lleve al conquistador al logro de su tesoro; la elección vocacional y profesional y su realización como ser humano.
El símbolo: de esta etapa, es un joven con una bandera llegando a un nuevo territorio, dándole paso a una nueva meta que lo llevará a aventurarse en su inicio y completar su: proyecto de vida
El color: rojo, que representa la sangre que corre por el cuerpo como líquido vital, así como todo el amor con el que se hacen las cosas que se buscan y se quieren. Además es el tercer color de la bandera de Colombia.
Consolidar un proceso de acompañamiento y formación integral con adolescentes y jóvenes que los capacite en la toma de decisiones orientadas a la construcción de proyectos de vida.
Fortalecido lo intrapersonal en la etapa de explorador, el nuevo navegante inicia un proceso que tiene como propósito potencializar sus habilidades sociales (lo interpersonal), sin dejar de lado las otras habilidades para la vida. Por lo tanto, en esta etapa, él y ella tendrán la posibilidad de conocer y comprender aún más su entorno, de reconocerse como integrantes activos de la sociedad y del rol que desempeñan en ésta, de convertirse en una persona que puede aportar desde supunto de vista, ideas, soluciones y estrategias en relación a su entorno social, todo con el firme propósito de que se apropien de su rol como futuros ciudadanos y ciudadanas.
Queremos que él y la navegante conozcan las herramientas necesarias para desarrollarse dentro de su contexto social que viene enmarcado con diferentes problemáticas a las que debe enfrentarse cotidianamente, de manera que las pueda poner en práctica a lo largo de su proceso de formación dentro de su escuela, familia y comunidad. Esto con el propósito de que se convierta en un sujeto ético y ejemplar para la sociedad con miras a cimentar un proyecto de vida objetivo, dándole vida a la frase: “la palabra no vive si no hay acción”.
Queremos que los niños y niñas aprendan a desenvolverse dentro de una sociedad llamada conquistadores, de manera que comprendan la necesidad de crecer y vivir en comunidad. Lo que buscamos es fortalecer en ellos y ellas valores como el respeto, la tolerancia y la solidaridad, para poder llegar a vivir la justicia con libertad.
Crecer en comunidad es una de las bases que tiene la Fundación Ahimsa para el desarrollo integral de los niños, niñas y jóvenes, por eso este pilar es fundamental en nuestros procesos, ya que a medida que el niño y la niña van creciendo, vamos formando seres sociales que poco a poco serán la bases de una sociedad justa, humana. Lo fundamental en esta etapa será entonces que el niño y la niña sean capaces de convivir desde sí mismo (a) hacia los otros.
Al final de esta etapa es donde vemos los resultados de nuestros procesos, ya que en la etapa de explorador el niño y la niña aprendieron a descubrirse interpersonalmente y en la etapa de navegante, el niño y la niña se descubren y se relacionan con su entorno, brindando lo mejor de sí mismo (a) revelándose así como ser social.
Se espera entonces que el niño y la niña hayan desarrollado y potencializado las habilidades emocionales y sociales. También se espera que mantengan su deseo y ánimo de continuar con su proceso de formación, donde cada uno de ellos y ellas es participe de su desarrollo desde la autor reflexión y la constante autoevaluación, para poder ser más adelante el líder y guía para futuras generaciones que llegan a la Fundación Ahimsa.
Promover las habilidades cognitivas, sociales y emocionales de los jóvenes que pertenecen a esta población, de manera que se le capacite en la adecuada toma de decisiones relacionadas a la influencia que pueden ejercer los pares y los medios de comunicación en su propia vida, así como la habilidad de autoevaluarse en sus diferentes situaciones vitales. Se busca también favorecer elplanteamiento de su proyecto de vida.
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